mi diabetes tipo 1 y yo: 37 años y sigo contando

¿Otro diaversario? Sí, ¿pueden creerlo? El 15 de julio cumplimos un año más de vivir juntas y sigo contando.

Me parece que fue ayer que escribí aquella carta donde expresaba a través de las letras todo lo que había vivido con mi compañera de viaje, la diabetes tipo 1, por nuestros 34 años de convivencia.

Crédito de la imagen: Lorena Busso
Quizá esta vez no sea muy diferente...¿por qué? pues quizá porque sigo dando gracias por las cosas que aprendí gracias a ella y quizá porque siempre renegaré de las circunstancias que tuve (y tuvimos) que atravesar para llegar donde hoy me encuentro. Aquella "debilidad" que nos hace más valientes al momento de enfrentar otras situaciones médicas, propias o ajenas, y que generan en nosotros la empatía necesaria para ayudar a sobre llevarlas.

Cada año en nuestras vidas es un conjunto de enseñanzas y retos que aprendemos a superar - con o sin ayuda - pero que nos hace mejores seres humanos. Y en este punto quiero destacar el apoyo, incondicional, de mi familia; quienes hasta el día de hoy me permiten seguir acompañándolos en esta aventura llamada vida y que sin ellos las cosas hubieran sido muy diferentes.

Nadie dice que es fácil intentar pensar como mi páncreas todo el tiempo (¡oh no!), creo que nuestro páncreas ha llevado cursos de matemática pura y aplicada, algoritmos y todo ese mundo "fascinante" para algunos; pero la verdad con las justas puedo con la regla de tres para calcular carbohidratos jajajaja. Menudo trabajo el de nuestro páncreas (y sólo estoy hablando de la parte endocrina obvio!).

No sé si en mi caso fue cuestión de actitud o simplemente el haber aceptado que tengo una condición de vida y que no tengo por qué esconderla u ocultarme de la gente, pues no estoy haciendo nada malo.
Eso lo tengo claro desde hace algunos años atrás, pero no siempre fue así. 

Nota para los papás: seguro están preocupados porque sus hijos no comparten su diabetes tipo 1 con naturalidad. No se preocupen, es cuestión de etapas, algunos demoramos más que otros, pero al final lo terminamos compartiendo y, sobre todo, aceptando (que es lo más importante en este camino).

Vivo con diabetes tipo 1 hace 37 años e imagino que muchos de nosotros hemos pasado por un periodo de negación ante el diagnóstico o simplemente optamos por ocultar nuestro nuevo "estilo de vida" durante más tiempo del necesario para evitar preguntas, impertinencias de las personas y - por qué no decirlo - que nos miren raro. 

Y claro que nos van a mirar raro, al menos esa fue mi experiencia durante mucho tiempo. Recuerden que fui diagnosticada en los años ochenta y la diabetes no era para nada conocida, al menos en mi país, y menos en niños. Cuando se escuchaba la palabra "diabetes" la mayoría de las personas la relacionaban con "enfermedad de personas mayores", es decir, personas de la tercera edad y muchos imaginaban que les daba por vejez. 

Pues eso ha cambiado un poco, aunque aún encontramos muchas personas que siguen pensando lo mismo por un desconocimiento total de la patología, falta de información y educación de las autoridades y los organismos competentes en la materia.

¿Se imaginan cuando recién fui diagnosticada? yo era una niña a punto de cumplir 6 años y mis padres eran los encargados de inyectarme la insulina todas las mañanas. Como recibía sólo una dosis diaria no había mucho problema, pero cuando ya a los 9 años empecé a inyectarme sola, no me gustaba que me vieran inyectándome o midiendo mi glucosa y siempre trataba de ir al baño o a cualquier otro lugar donde no me pudieran ver. Me sentía el bicho raro entre mis amigas del colegio y los demás niños de mi edad. 

Ya llegada la adolescencia y posteriormente cuando ingresé a la Universidad, no había forma que yo realizara una glucometría delante de las demás personas, así fuera mi grupo de amigos. En esta etapa de la vida lo que menos quieres es "desentonar" con el resto, por así decirlo. Quieres ser y hacer lo que tu grupo de amigos y los chicos de esa edad hacen: van a la universidad, salen de fiesta, toman tragos y muchas cosas más.

Quizá en otro post les contaré mis épocas de universidad y cómo he madurado desde entonces (jajajaja). 

En serio, considero importante compartir mis vivencias con ustedes para que sepan que no son los únicos que se sienten o actúan de una u otra forma.

Ahora después de 37 años, sólo puedo dar gracias por todo lo que he vivido (lo bueno, lo malo, lo bonito, lo feo, lo espectacular y etcétera), porque son 37 años y sigo contando...¡y esa es la idea, seguir contando!

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