historias de diabetes tipo 1: mi dulce ángel

Y seguimos compartiendo historias de vida, historias de cuando diganosticaron diabetes tipo 1 a algún miembro de nuestra familia. Y como ha sido recurrente en este espacio, son las mamis de sus "dulces" luchadores las que nos comparten cómo fue ese día (que les aseguro, nadie olvida). 

Esta vez es Laura quien, desde su natal Cajamarca, nos comparte su historia acerca del diagnóstico de diabetes tipo 1 a su pequeño y cómo fue que terminó en Lima para que vieran a su hijo.

Aquí hago un pequeño paréntesis para que puedan ubicarse un poco. Cajamarca es un departamento del Perú situado en la parte norte del país. Limita por el oeste con los departamentos de Piura y Lambayeque; por el sur con La Libertad; por el este con Amazonas; y, por el norte con territorio ecuatoriano. Es la capital de la provincia y del departamento de Cajamarca. Está situada a 2,750 msnm (metros sobre el nivel del mar) en la margen este de la cadena oriental de la Cordillera de los Andes. Para que tengan una idea, Lima está a una altitud promedio de 154 msnm. 

Laura y Luis Ángel han querido compartir con nosotros su historia para que las demás personas (y familias) que hemos pasado por lo mismo no nos sintamos como "bichos raros" o casos aislados.

Gracias a ellos (a quienes conozco en persona) por darse el tiempo de contarnos su historia...

Nuestra historia comenzó en Abril de 2014 cuando Luis Angel venía perdiendo peso muy notoriamente, y de la mano llevaba una sed insaciable. Mis familiares más cercanos me comentaban su preocupación y de alguna manera trataba de justificar que estaba adelgazando porque crecía y el agua era porque era muy deportista. 
En el fondo cada comentario era un acelerador de mis latidos, mi corazón presentía que algo no estaba bien. Lo llevamos a pediatría y un profesional de salud no pudo identificar signos claves de riesgo. La consulta terminó con la orden de laboratorio, y lo siguiente, una cita de toma de muestra para dentro de 7 días. No llegamos a los 7, sólo luego de 2 días, un 17 de abril - Jueves Santo - estábamos en la misa, cuando de pronto Luis Angel salía porque necesitaba ir al baño. Ese día yo le había prohibido tomar más agua, le dije que ya era una exageración y me sorprendí que aún así necesitara ir al baño y no pudiera esperar más. Regresó a la misa y en unos minutos más volvió a salir; recuerdo que mi esposo lo acompañaba y su rostro de asombro me decía “otra vez y no ha tomado agua”. 

Los presentimientos de padres nos consumían y para terminar saliendo de la iglesia, camino a casa, mi Luis Angel empezó a caminar sin sentido con la mirada perdida como si perdiera la conciencia. Nos moríamos de miedo. Regresamos a casa y mi hermana que estaba de visita dijo que tenía un amigo con esos síntomas y que le dijeron que era diabetes. Eran las 10 de la noche y fuimos en busca del glucómetro de la abuelita quien es diabética y nos salió el famoso HI. Lo llevamos al hospital, entramos por emergencia, le midieron la glucosa, en glucómetro 580 mg/dL y en análisis de orina 600. Mi Luis Angel con solo 10 años estaba en la camilla como crucificado con los primeros hincones de su vía crucis.

Lo más doloroso fue el famoso AGA - Análisis de gasometría arterial o Gases arteriales, la cual es una medición de la cantidad de oxígeno y de dióxido de carbono presente en la sangre. Este examen también determina la acidez (pH) de la sangre. La muestra de sangre puede tomarse de una de las siguientes arterias: la arteria radial en la muñeca, la arteria femoral en la ingle o la arteria braquial en el brazo.
El examen también suministra información acerca del equilibro acidobásico del cuerpo, el cual puede revelar indicios importantes acerca del funcionamiento del pulmón y del riñón y del estado metabólico general del cuerpo.

Pasaba una hora y no lograban extraer la muestra, le escarbaban con agujas en su cuerpecito y nada… fue horrible… mi hijo solo dejaba caer sus lágrimas en silencio, clamándome ayuda con su mirada llena de llanto; yo lo besaba y acariciaba diciéndole que ya todo pasaría y regresaríamos a casa.

Estuvimos en UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) y la glucosa no cedía a la insulina; la endocrinóloga lo visitaba a menudo, ajustaba la dosis de insulina y sólo nos decía que teníamos que esperar.

Eran ya tres días y mi ángel me preguntaba ¿Cuándo nos vamos a casa?... recuerdo que recién empezó a comer alimentos, y fue cuando me autoricé a hacerlo yo también; hasta ese momento no había tenido espacio para el hambre, el sueño ni la desesperación. Al cuarto día, un domingo de Resurrección, su glucosa por fin empezó a disminuir, tanto que de pronto se llenó de sudor con gotas grandes y se durmió perdiendo el sentido, su primera Hipoglucemia. Vinieron de inmediato y le inyectaron glucosa. Luis Angel reaccionó y despertó sonriendo a mirarme diciendo: “Mamá ya bajó, podemos ir a casa”.

Estuvimos tres días más, y en ese tiempo mi tía Pochita, que es enfermera, se dedicó a enseñarme a inyectar, a tomarle la glucosa, a darme un idea básica de nutrición y a ser fuerte para ayudar a mi campeón. 

Llegamos a casa y aún nos costaba acostumbrarnos a la idea, nos abrazamos y lloramos juntos; sentíamos mucho miedo pero sabíamos que solo con la bendición de Dios podríamos seguir; Él había elegido a mi Luis Angel y siempre estaríamos orándole y pidiéndole por sus salud y felicidad; además muchas personitas estaban acercándose a Dios para orar por su salud, y se había convertido en un instrumento de nuestro Señor. 

Traté de especializarme lo más rápido posible, leyendo, averiguando, contactándome con todo lo que requería mi ángel. Lógicamente, mi meta era encontrar una fórmula que al seguir al pie de la letra le daría la estabilidad necesaria. Viajamos a Lima, y fuimos al Hospital del Niño y fue una luz en la oscuridad. Alguien que sabía de este tipo de diabetes, nada común, y encontrar tu realidad reflejada en otras caritas de igual situación o de casos con complicaciones. Pensaba que si hacía exactamente lo que me dijeran, estaría todo bien. Aprendí que no, que mi experiencia personal tenía aspectos en común, pero que cada cuerpecito reaccionaría diferente y además que esto sería un aprendizaje constante. 

En el camino encontré muchos ángeles, mi tía Pochita, mi primera instructora, la nutricionista Marlyt, a quien por fin entendía claramente en qué consistía la nutrición saludable; a mi prima Fer quien al igual que yo tiene una dulce princesa, ella me enseñó a contar carbohidratos, me preparó para cuando terminé la etapa inicial de “Luna de miel” y me fortaleció en nuestro Dios. 

La familia y los amigos de siempre, solo podían orar y dar apoyo moral, aún sin comprender la condición metabólica, y de complicarse en compartir con nosotros una fiesta o alguna comida. Mi papi Mido no se cansaba de compartirme “Curas para la diabetes” y mucha fortaleza para seguir adelante con nuestro Angelo. 

Luis Angel tuvo una larga luna de miel de 2 años, que terminó este año con la fractura doble de su clavícula izquierda. Mi campeón es un gran futbolista, delantero, un goleador codiciado y reconocido por equipos de la ciudad de Cajamarca. Ahora está recuperándose para volver a la carga porque nadie ni nada impedirá que cumpla sus sueños, ni siquiera los más de 10 pinchazos diarios, porque Dios da carga pesada a quien puede con ella, y llorar no siempre significa sentirse débil y desvalido, además es soltar el miedo y tomar más impulso para nuevas esperanzas. 

Finalmente queremos decir que cada día oramos para que se haga la voluntad de Dios y frente a ella, que nos ilumine y nos fortalezca en momentos difíciles y, sobre todo, le agradecemos por enviarnos ángeles que nos acompañan siempre, con su experiencia de vida en DT1 (Diabetes Tipo 1), por su cariño, entrega incondicional, comprensión y cariño a estos "dulces ángeles" que son admirables.

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